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Estaba rodeado de gente. Todos me miraban causándome una sensación extraña. Lo relacionaba con vergüenza pero lo que sentía era diferente. Lo mas peculiar de la situación, era que la gente que me rodeaba eran mis amigos. Gente cuyas miradas intimidar no deberían. Intimidación y vergüenza, era una mezcla de sentimientos que corría por mi sistema nervioso causando temblor y enrojecimiento de la cara.

Mire hacia abajo y vi que tenia mi camiseta al revés. Una tontería absoluta a la que importancia no debería darle, pero pensar que mis amigos no me avisasen y en vez de eso, me mirasen con desprecio reforzó ese sentimiento de vergüenza e intimidación.
Intente seguir la conversación, pero me cortaba. Cualquier palabra que oía, pensaba que era sobre mi. Cualquier movimiento que se realizaba, pensaba que era por mi. Era un túnel por el cual me movía muy rápidamente. No podía ir hacia atrás y tampoco parar, solo seguía yendo hacia adelante, aproximándome a un sentido extra que era la frustración por el constante refuerzo que sentía de vergüenza y intimidación.

Decidí recurrir a mi ultima opción - escapar. Esto es una propiedad del instinto humano, y es lo que hice. Me fui, no sabia adonde, pero me fui sin que me vieran. Mis propios amigos se habían convertido en enemigos. Me hacían sentir horribles sensaciones que nunca había sentido, pero al mismo tiempo, todo esto ocurría indirectamente, ya que ninguna referencia directa fue echa contra mi para causarme tales sensaciones.

La ansiedad empezó a invadir mi cuerpo, ya que este no podía mas con la frustración, intimidación y vergüenza que sentía. Al seguir yendo hacia la nada, me sentía mejor, ya que me alejaba del problema. Pero sabia que tendría que volver a ver a esa gente que tales sentimientos me causaron. Ahí es donde la ansiedad me apuñalaba.

Al no ver señales de que mis amigos le dieran importancia a mi desaparición, seguí adentrándome en ese túnel. Horas pasaron como días, horas de soledad insoportables. Horas de falta de esperanza, y horas de sufrimiento moral. Como siempre pensé - el peor castigo es el psicológico.

No sabia como seguir afrontando esa situación. Pero por suerte, mi mente empezó a parar de huir, me calme liberando tensión, y empecé a pensar llegando a la conclusión de que lo que sentía era nada mas que inseguridad. Sonó mi teléfono móvil, y escuche a mi amigo preocupado por donde me había metido. De repente recupere la esperanza que era satisfacida por cada palabra que decía mi amigo. Pare de sentir vergüenza, y sin estar intimidado, recupere mi confianza y perdí toda inseguridad.

La inseguridad nos hace percibir todo de la forma mas negativa posible, y es capaz de convertir cualquier preciosidad en nuestra peor pesadilla. Pero al fin, mis amigos son responsables por lo que hacían, decían y pensaban, y no por lo que yo interpretaba de esto bajo profundos sentimientos de inseguridad.

Inseguridad

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