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​No hay forma de escapar. ¿Por qué iba a escapar? Me merezco todo esto y más. Lo veo en su cara, lo intenta esconder, pero lo veo reflejado en sus ojos, que antes estaban llenos de vida y ahora solo reflejan mi culpabilidad. Las palabras no son necesarias para expresar como nos sentimos, las cicatrices nos llegan al fondo y son imposibles de curar.
Bajo a la cocina y me siento a la mesa y miro al plato que mes espera, no tengo hambre, nunca tengo hambre. Como porque es necesario y no quiero causar más problemas. Se sienta a mi lado, nunca enfrente mío, yo tampoco me puedo mirar a la cara. Comemos en silencio. Al acabar le doy las gracias sin subir la mirada y vuelvo a mi cuarto. Al cerrar la puerta suspiro con alivio.
Me distraigo leyendo, acaba siendo como una droga, una forma de olvidar. Vivo la vida de caracteres ficticios.
Dormir. Una nueva forma de tortura. Me tumbo en la cama esperando a que empiece a revivir lo que pasó. Siempre empieza por la pelea y cada vez veo que injusta y egoísta era. Nos peleábamos porque quería ir a una fiesta, un estúpida fiesta de la que habrían mil más. No me dejaba ir, lo malo es que tenía un buen motivo por no dejarme, la cena familiar. Cada vez que lo revivo, recuerdo más detalles y  me doy más asco. Pero esto no es lo peor, lo peor viene después.

 

Mi corazón palpita más rápidamente y empiezo a sudar. Cierro los ojos con esperanza de no ver lo que viene ahora. Que tonta soy, no sé porque lo intento olvidar, me merezco recordarlo, es mi castigo.
Me tapo la cara con la almohada para ocultar los gritos que vienen. La luz, siempre empieza con la luz, nos deja ciegos un momento e interrumpe nuestra discusión. Parpadeo unas cuantas veces y redirijo la mirada hacia mi padre. Su cara está llena de concentración, después desesperación, y por último me mira a mí, como si se estuviera disculpando y diciéndome que me quería  a la vez con una sola mirada.
Solo veo negro, y después luces que palpitaban como mi corazón, rojas y azules. Intento gritar "Papá"  pero no sale ni un ruido de entre mis labios. Al no funcionar esto me intento levantar, otra cosa imposible. Dolor único y constante, y después negro.


Estoy llorando y lentamente levanto la almohada mojada de mi cara. Espero que mi madre no haya escuchado los gritos. Sentiría alivio pero sé que no ha acabado, porque en el momento que me duerma, sólo soñaré con la luz y con la cara de mi padre en sus últimos momentos una y otra vez. Y por la mañana las preguntas, ¿Qué pasaría si…? Tantas preguntas sin respuestas.
Pero esto no es lo peor, lo peor fue cuando empecé a contar lo que paso, la pelea hasta la luz del coche que nos venía de enfrente. Al principio no entendía lo que veía reflejado en sus caras, y más la de mi madre. Pero después me di cuenta, culpabilidad. Si no fuera por mi egoísmo, mi padre no se desconcentraría y no hubiera desviado el coche causando su muerte.

Culpabilidad

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