top of page

Me sumergí en ese mar azul claro, en el cual el tiempo no existía. Ahí era el lugar que hacía sentirme mejor del universo. Me podía pasar horas y horas mirándolo, y nunca me cansaría. Era un color precioso, y me enamoraba.
Nunca había visto unos ojos tan bonitos como los tuyos. El color azul marino que tienen  me hace perder la cabeza. Recuerdo el primer instante que te vi, y me quedé boquiabierta al ver tanta belleza en un solo cuerpo. Eras definitivamente hermoso.  Ahora te veo, y sigo viendo a la misma persona de aquel día. Al mismo cariñoso, tierno, dulce, agradable, divertido, y carismático que conocí. Del color del fuego y rebelde era tu pelo, y tu piel de un color tenue y pálido. Tus labios de colores carmesí intensos y aterciopelados, hacen vibrar al mundo, son suaves y dulces  y la hilera de perlas que dejan ver, podría iluminar el mundo entero. 
No siento nada igual cuando estoy contigo. El sentimiento que me envuelve es cálido y seductor, y éste me produce una sensación de seguridad y bienestar inigualables. Tus manos son delicadas y finas. Me estremezco en pensar cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos. Todo un tiempo que ha sido una eternidad.
Mi corazón da vuelcos de la emoción al pensar que en menos de un mes volveremos a estar juntos. En menos de un mes volveremos a sentir lo mismo que sentimos, y volveremos a entrelazar nuestras manos en un reconfortarle abrazo. Y así, recuerdo el primer instante que supe que te quería muchísimo.
“Estaba medio oscuro, y recuerdo que estábamos solos en medio de la habitación. Solo éramos la soledad y nosotros. Recuerdo el tacto de tus manos que suavemente levanto mi cabeza y fijó sus ojos en los míos. Lentamente me apartaste los mechones de pelo que caían como cascadas por mi pelo y me pediste que quisieras poder mirarme, y que no quisieras que mi pelo eclipsara mi belleza.  Sin prisa nos contemplamos él uno al otro,  y nos fuimos acercando. Éramos conscientes que la distancia se iba acortando poco a poco. Estuvimos cintura con cintura y finalmente cara a cara. Noté tu débil respiración entrecortada por los nervios, y deduje que la mía tenía que ser parecida. Nuestros ojos se unieron en un perfecto abrazo, y las pestañas se encargaron de cerrarlos. En un instante de duda, la nada. Pero un suave roce me hizo percatar que unos labios tibios se habían acercado a los míos. Así empezó todo. Los tuyos con los míos, y los míos con los tuyos. Parecían haber estado hechos a medida para que encajaran en una unión perfecta. Un suave sabor a miel que desprendían tus labios me hacían volar y perderme en ellos. Luego en medio del deseo, nacen las hijas del deseo, que una con la otra arden , con desdén y ansias de más. En los inicios de un caballo de fuego desbocado, se sube la intensidad y se pierde la noción del tiempo. Con delicadeza se separan poco a poco, y se paran un instante, para apreciar la grandeza del hecho.
Entonces las agujas vuelven a correr, y el movimiento se siente de nuevo. La realidad nos despierta a los dos del sueño cálido que acabábamos de tener. Un sueño real y una realidad que había sido la mejor que había tenido. Con amor y cariño entrelazamos nuestras manos, y los dos sabemos que ese beso lo había cambiado todo. A la vuelta de la esquina, mis latidos incesantes no paran de llamar a la puerta, nerviosos y ansiosos por más. Ese fue, nuestro primer beso. “
Y ahora con un suspiro,  guardo este recuerdo como un tesoro en el fondo de mi corazón. Un suspiro anheloso que se hará realidad en unas pocas semanas. Unas pocas semanas que hacen falta para que tú y yo, volvamos a encontrarnos en este lugar al que llamamos mundo.

Amor

bottom of page